"HABIA UNA VEZ...
UN PUESTO DE SALVACION !"
(ó "desde Efeso hasta Laodicea...")
¿Está haciendo Usted
lo que realmente debería de estar haciendo?
¿Se asemeja mas su asamblea o kejilah a un centro de rescate ... o a un club social?
En esos tiempos no habia un sólo faro a lo largo de varios cientos de kilometros por toda aquella peligrosa costa.
Era una conocida zona de aguas frías y turbulentas. El faro mas cercano se encontraba en "Cabo del Este" a 280 kilómetros al oriente de una relativamente pobre e insignificante población llamada simplemente la "Villa Pesquera."
Toda esa área marítima circundante era famosa entre los capitanes de navíos y los pescadores por sus traicioneras corrientes, arrecifes que no figuraban en las cartas marinas, y los frecuentes accidentes que por allí sucedían como consecuencia. También, durante horas nocturnas y al subir la marea, muchos peñones e islotes quedaban sumergidos, convirtiéndose en bancos de arena o armas mortíferas invisibles a la vista de los tripulantes y capaces de causar encallamientos. Y eran muchos los naufragios que ocurrían frente a esas costas...
Aún así, por allí a diario transitaban barcos pesqueros, buques mercantes, veleros, goletas y navíos desde el mas grande hasta el mas pequeño. Era un viaje muy largo y peligroso entre Cabo del Este y Punta del Corsario el que obligatoriamente tenían que hacer estos temerosos marinos y mercantes en horas de la noche para poder llegar a puerto seguro, descargar sus navíos, y algunos vender sus grandes pescas y otros sus mercaderías--- traídas de lugares tan remotos como el lejano oriente.
Los nativos de la pequeña Villa Pesquera entre una ciudad y la otra, conocían muy bien estos mares y el mal tiempo que casi a diario azotaba la región en horas nocturnas. Debido a esto, dos horas antes de la caída del sol sus pescadores levantaban las últimas redes y la emprendían de regreso a su Villa a puerto seguro.
Pero no todos los que atravesaban aquella escabrosa región costera eran tan conocedores o afortunados. De noche, y bajo esas traicioneras condiciones de tiempo, hasta el mas experimentado capitán podía perder su sentido de dirección o el control de su timón, resultando en un desastroso naufragio.
Si, en efecto, y particularmente a tres kilómetros mar afuera de la Villa Pesquera, las catástrofes grandes y pequeñas eran bastante usuales, y rara vez había por allí otro navío que se percatara o se arriesgara a socorrer a los sobrevivientes. Eran bastante frecuentes los naufragios y cada vez mas sus víctimas ahogadas y desaparecidas.
Los pescadores nativos de este puerto pesquero comentaban y se preocupaban bastante en torno a estos accidentes cada vez que ocurrían. Tras finalizar sus labores del día y amarrar sus lanchas y botes, se congregaban en un humilde salón frente al muelle, que les servía de lugar de reunión y luego de tertulia. Según iban llegando unos detrás de los otros, los primeros iban preguntando unos por los demás y contando que no faltase nadie y que todos hubieran regresado a puerto seguros. Algunas esposas se sentaban en las mesas del saloncito desde temprano a esperar a sus maridos llegar a casa con la pesca para la cena de esa noche.
Allí sentado una de esas noches, bajo las luces de sus linternas y mientras cenaban y bebían algo u otros jugaban billar, uno de los ancianos, el mas viejo de todos los pescadores al que apodaban "el abuelo," le contó a sus camaradas que hace años leyó como los habitantes de un pueblo diminuto, donde no había hospitales ni médicos, una vez auxiliaron y vendaron a las víctimas de un tren que se había descarrilado en una zona remota del centro del país; y que de no haber sido por ellos, que salieron de noche en auxilio hasta el lugar del siniestro y los curaron en sus casas, la mayoría de los pasajeros hubiera muerto por las heridas.
Entonces algunos de estos humildes pescadores comenzaron a pensar cómo podrían ayudar a las víctimas en estos similares casos de desastre marítimo. En la Villa Pesquera y alrededores no había guarda costera ni hospitales... ni siquiera médicos tampoco!
Pero nada de ésto los disuadió, al contrario. Cada noche discutían como soccorrer a los que se pudieran accidentar, y pedían su opinión y consejo al "abuelo." Al cabo de unas pocas semanas, ya contaban con un plan bastante delineado y un equipo de trabajo compuesto de voluntarios dedicados a implantarlo.
Diariamente los pescadores se turnarían, y justo antes de caer el sol y regresar al muelle, plantarían dos mecheros con suficiente aceite; de manera que duraran quemándose toda la noche, en los dos islotes de arena que ellos ya sabían que nunca quedaban sumergidos al subir las mareas...
De esta forma, al quedar expuestos los candeleros durante toda la noche, los marineros que cayeran al mar en esas cercanías podrían distinguir en la penumbra entre lo que eran peligrosas aguas y tierras seguras y nadar en dirección al mas próximo banco de arena. Y podrían evitar perecer en un caos y confusión. Entonces al salir el sol la siguiente mañana, los pescadores podrían zarpar en sus botes hacia los dos islotes y recoger a los náufragos que hubieran podido nadar hasta allí la noche previa, para traerlos hasta tierra firme y curarlos, darles cobija, techo y comida.
Por otra parte, otros pescadores---los mas jóvenes del grupo--- acordaron turnarse en el salón dispuestos a pasar toda la noche despiertos. Pendientes por si ocurría algún encalle en las inmediaciones, aguardaban listos para dar la alarma a los demás, y salir en uno de los botes pesqueros mas seguros al rescate y en ayuda de aquellos que zozobraran en los arrecifes cercanos.
No pasó mucho tiempo cuando se regó la voz acerca del loable esfuerzo de estos pescadores por toda la comarca, y pronto sus amigos y vecinos empezaron a cooperar trayendo impermeables, binoculares, donando salvavidas y proveyendo cobijas, gazas, vendajes, antisépticos y otros artículos para dar primeros auxilios.
Algunas esposas también los apoyaron voluntariamente y se unieron al equipo de salvación, haciendo de ayudantes y enfermeras. El veterinario de la villa entablillaba a los que tuvieran huesos rotos, y los heridos eran llevados a los hogares de cada pescador hasta que convalecían.
De tal manera organizados, cada vez que avistaban un naufragio todos se unían a la labor de rescate de alguna forma distinta pero muy coordinada. Aunque de modo muy rudimentario y humilde, habían creado un ágil y efectivo puesto de salvación!
Ciertamente los naufragios continuaban ocurriendo como de costumbre. Pero debido a este puesto de salvación fundado en el modesto salón del muellecito de los pescadores de la Villa, cada vez eran mas los voluntarios y menos los ahogados y los desaparecidos. A veces los socorridos y heridos eran tantos que no cabían en las casas! Todos los pescadores y sus esposas continuaban orgullosos de su labor de rescate.
Por lo general, los sobrevivientes después contribuían con dinero o donaban materiales en agradecimiento, y todo bien o dinero donado se ponía a buen uso. Algunos sobrevivientes se integraban al puesto de salvación para ayudar a socorrer a otros que como ellos se pudieran accidentar en el futuro.
Con gran celo y satisfacción propia, la obra del pequeño puesto de salvación iba creciendo mes tras mes, tanto así que el dueño del salón no tuvo reparos en quitar los billares de allí y en su lugar construír literas de madera con colchones donados para alojar a los heridos que no cupieran en los hogares de los pescadores nativos.
Debido a su gran dedicación y empeño, el modesto y humilde puesto de salvación de la Villa Pesquera y sus fieles voluntarios consiguieron buen renombre entre los pobladores aledaños. Hacían lo que hasta ahora nadie había podido hacer, salvar y ayudar al prójimo de forma desinteresada! Todo este éxito comenzó a llamar la atención de distinta gente, pero no necesariamente de gente noble que quisiera cooperar desinteresadamente con la causa...
Al cabo de un tiempo, el "abuelo" y algunos de los ancianos empezaron a morir de vejez, y llegaron otros mas jóvenes a sustituírlos. Entre ellos llegó un grupo constituído por el hijo del alcalde de un pueblo cercano, el hijo de un maderero, y el dueño de la primera recién-abierta ebanistería de la Villa.
Similarmente movidas a participación por la gran fama del modesto grupo, las esposas y amigas de estos personajes también se infiltraron y se unieron al puesto de salvación de la Villa. "Socorrer" se había convertido en la moda. Todo el mundo quería formar parte del puesto de salvación...y aunque el proyecto continuaba creciendo, gradualmente todo comenzó a cambiar.
Aprovechándose que los pescadores no parecían tener un "líder," el hijo del alcalde sugirió convocar unas elecciones "democráticas." Por escaso márgen, y a base de grandes obras que prometió realizar a favor del puesto de salvación, él resultó ser electo como director. Escogió doce entre sus amigos mas allegados para formar una junta de directores. A cada uno le asignó labores específicas. Pidieron ayuda al gobierno y consiguieron una lancha de la guarda costera con capacidad para 60 personas, un médico y varios asistentes de salud, todos con subsidio gubernamental.
No pasó mucho tiempo cuando la nuera del alcalde ---ahora la esposa del director--- y sus amigas empezaron a "dar de codos" a las esposas de los pescadores, quienes a pesar de estos atropellos continuaban celosamente aportando su labor como siempre.
El maderero y el ebanista locales, ambos parte de la directiva, se pusieron de acuerdo con el resto de la junta para construír un nuevo y mucho mas grande y moderno centro de socorro en un pedazo de tierra justo al lado del original humilde puesto de salvación.
Lo dotaron con una instalación eléctrica, una pequeña area de urgencias y cafetería, también un salón de recreo, así como una segunda planta que amueblaron con un medio centenar de camillas, equipos y otras comodidades.
Ahora los náufragos podrían ser rápidamente rescatados con la lancha y asilados y atendidos en el nuevo centro---y el personal de rescate trabajar en comodidad!
Para costear todo este proyecto, propusieron periódicamente realizar actividades benéficas tales como bailes, cenas y subastas de algunos de los artículos y regalos que le habían sido donado al puesto de salvación.
Con el tiempo, estos recaudos no "eran suficiente" para cubrir los gastos operativos del nuevo centro. El nuevo director pidió a la junta tener su propia oficina privada y su secretaria particular. Las esposas de los directores dijeron que era necesaria un area de jardines con juegos y entretenimiento para sus hijos en lo que ellas servían de voluntarias. Algunas se quejaban del calor que hacía en el nuevo Centro durante el día, y pusieron acondicionadores de aire en todo el edificio.
A raíz del ejemplo dado por la junta de directores, y de que algunas esposas no querían realizar todo tipo de faenas por considerarlas degradantes, los voluntarios y voluntarias del nuevo Centro también se repartieron responsabilidades específicas. Para no inmiscuírse en labores "ajenas a su rango y status," las mujeres de los directores asignaron a "otras" el ser cocineras y personal de limpieza---generalmente a los pescadores y sus esposas. Ellas por el contrario asumieron cargos de relacionistas públicos y coordinadoras de las actividades sociales.
Cada vez había más y más gastos en el Centro y tenían que idear mas actividades benéficas para generar ingresos y mantenerlo operando. La junta directiva decidió formar una corporación y conseguir inversionistas. Entre un rescate y otro, allí en el nuevo Centro se continuaban reuniendo todos y muy como de costumbre durante el día; y por la noche quedaban los que estaban de guardia.
Mes tras mes entraban nuevos voluntarios, atraídos por el éxito y el lujo del nuevo Centro. Ahora tenían neveras con refrigerios, televisión con cable, teléfonos y computadoras para distraerse toda la noche. Poco después a todos, desde el mas grande al mas chico, se les asignó salarios y horarios específicos de trabajo.
Los directores instalaron una radio de onda marítima e informaron a las compañias navieras que por una tarifa anual le darían protección a sus barcos, los cuales podrían utilizar dicha frecuencia radial para llamar al centro cuando tuvieran un percance. De este modo habría otra fuente de constantes ingresos y a la vez un ahorro en la nómina, ya que tampoco ningún empleado nocturno tendría que pasar toda la noche en vela y fuera de la comodidad de su casa. Tampoco tendrían que salir a colocar los candeleros de aceite en los islotes cada atardecer---labor que desde hace meses estaba incomodando a muchos de los empleados del centro.
Un poco tiempo después decidieron empezar a cobrarle a los náufragos y a sus familiares por prestación de servicios médicos, alimentos y alojamiento. Al ver como todo esto desenvolvía, algunos de los pescadores voluntarios del original puesto de salvación y sus esposas se empezaron a desanimar. No pocos se mudaron de allí para ir a otras costas, donde no hubiera nada, donde pudieran fundar una nueva villa pesquera y trabajar como antes. No obstante otros se conformaron al nuevo sistema y accedieron a desempeñar su trabajo a cambio de un sueldo.
Los inversionistas idearon invitar a los ciudadanos mas prominentes de los pueblos circundantes a formar parte de su organización, cobrándole una mensualidad como cuota de membresía al Centro a cambio de beneficios y relajamiento. Para tenerlos contentos y satisfechos por lo que mensualmente pagaban de membresía, aumentaron la variedad y la frecuencia de las actividades sociales que realizaban. Daban clases de baile, de rescate, de esquí acuático, yoga y aeróbicos. Además construyeron una piscina con cabañas de alquiler a su alrededor. Los fines de semana eran particularmente célebres y concurridos.
Con el tiempo, toda esta popularidad y crecimiento produjo que en la primera planta ya no hubiera suficiente espacio para acomodar a todos los miembros durante los bailes y actividades destinadas a sacar fondos. Como solución, y ya que cada día se usaba menos, los ingenieros eliminaron la sala de urgencias que ocupaba la cuarta parte de la planta, mas le añadieron un anexo duplicando la superficie total del local original.
También quitaron la cocina junto con el área de cafetería donde estaban las mesas y lo convirtieron en un lujoso restaurante de luz tenue y un piano-bar. Aquí los miembros del Centro realizaban fastuosas cenas gourmet y otras actividades cívicas con música "en vivo" que frecuentemente eran cubiertas por los medios noticiosos. Esas noches los hombres asisitían elegantemente trajeados y las mujeres hacían derroche de sus mejores galas. Entre unos y otros---mientras daban lentos sorbitos al champagne de sus copas, y pellizcaban las tapas de salmón y el paté-de-fois-gras---informaban a la curiosísima prensa acerca de sus futuros proyectos personales y del progreso envidiable del que gozaban por modernizar el Centro....todo al ritmo del flash de las cámaras fotográficas.
También construyeron salones de conferencias donde ofrecían seminarios de entrenamiento y capacitación cada vez con mayor frecuencia. El Centro cobraba por capacitar y entrenar a los nuevos miembros del equipo de rescate, pero de alguna manera extraña e intelectualmente eludible cada vez había menos oportunidades para efectivamente poder socorrer a alguien...
Sin embargo, tal cuestión parecía no importar ni preocupar mucho a la directiva, porque "diplomar" a cada clase graduanda era una nueva oportunidad para realizar otro evento cívico mas y generar popularidad e ingresos adicionales.
Celebraban bailes de disfraces, desfiles, reinados y coronaciones, actividades deportivas y políticas, graduaciones, cenas de gala, convenciones y homenajes a sus mas "destacados" miembros. En varias ocasiones al mes ofrecían noches especiales "de solteros," "noches de adolescentes," "noches de envejecientes," y "noches de damas cívicas."
De esta forma cívico-social continuó creciendo en membresía y prestigio el moderno Centro.
Con la salida de algunos pescadores decepcionados y sus esposas, cada vez era menor el interés de los que quedaban por socorrer náufragos, y mucho menos los intentos que se hacían al respecto. La mayor parte de los rescatistas consideraban ahora las labores de rescate ser demasiado tediosas. Otros las calificaban como entorpecedoras del relajamiento de los huéspedes del hotel.
Algunos miembros ya se habían quejado que cuando los rescatistas traían a los socorridos no había un lugar adecuado para ponerlos. No pocas mujeres se quejaban de la imagen negativa que daba al Centro la vestimenta harapienta de la mayoría de los náufragos, y del desorden, sucio y manchas de sangre dejados en los pasillos y en las sábanas de las camillas después de algún rescate. La mayoría de las veces no era fácil encontrar quienes limpiaran con buena disposición. Por todas estas razones, cada vez los rescates se tornaban mas insufribles e inconvenientes. Cuando el radio marítimo se dañó, al final optaron por dejarlo descompuesto.
Los rescates ya no iban a tono con la imagen sofisticada y elegante del Centro, ni con las otras actividades que con mas frecuencia se realizaban allí.
Al cabo de un par de años la directiva del Centro se reunió para evaluar el éxito y el potencial del mismo. Como resultado, decidieron re-bautizarlo "Club de Socorro Marítimo y Deportivo de la Villa." Dado que los ingresos por concepto de cuotas, recaudos del restaurante y las barras, alquiler de los cuartos y las cabañas, y venta de ticketes para los bailes y eventos benéficos por mucho superaban la ínfima ganancia generada por el rescate y el cuidado de los náufragos, la directiva finalmente optó por eliminar las camas y el equipo médico y remodelar la segunda planta a un area de hotel con 15 cuartos mas.
Hoy en día, el "Club de Socorro Marítimo y Deportivo de la Villa" es muy famoso por todas partes de la región. Prácticamente todo mundo quisiera ser parte de el. No obstante, casi ninguno de los voluntarios del original puesto de salvación que sobreviven han seguido trabajando allí. Mas bien, al Club de Socorro acuden los mas conocidos socialitas, políticos, empresarios y conferenciantes del estado. Siguen ofreciendo seminarios de rescate, clases de primeros auxilios, de resucitación cardio-pulmonar, y demás. El Club de Socorro Marítimo está lleno de gente culta, cabalmente adiestrada y capacitada para socorrer....y sobretodo está rebosante de personas muy bien vestidas y presentadas las noches de viernes y los sábados.
Aquel pequeño, rudimentario y relativamente desconocido puesto de salvación
que había sido antiguamente fundado por los pescadores del area del al Villa Pequera--- originalmente tan auto-suficiente y efectivo--- poco a poco fue opacado por el mas moderno, célebre y distinguido club a donde todos sus miembros acuden hoy para socializar unos con otros, relajarse y vivir lo mas cómodamente posible a la vez que pueden hacer alarde de ser socorristas...
... y mientras tanto, los pescadores fieles a su profesión y sus descendencias, se han mudado a otras áreas donde puedan hacer su labor de forma mas inconspicua, efectiva y sin interferencia exterior.
Mas en estos días, son muchos los naufragios en el área costera del Club, y muy pocos los que se salvan...
Irónicamente, casi todo el mundo perece frente a sus costas, como si no hubiera quien socorriera.
Desde lo lejos... ...desde lo oscuro de la noche y desde las aguas frías y turbulentas del mar... por unos instantes y por vez última en sus vidas justo antes de hundirse y ahogarse, los náufragos oyen la alegre música que proviene de la orilla, y ven las paradisíacas luces que adornan los jardines y los edificios del famoso Club de Socorro... del puesto de salvación del que tantas veces oyeron hablar tan favorablemente en sus viajes...
Había una vez en esa costa... un puesto salvación..!
Rafael~